Se necesitan pastores / Necessita-se de pastores / Pastors are needed

Se necesitan pastores -pastores fieles- que no halaguen al pueblo de Dios ni lo traten con aspereza, sino que lo alimenten con el pan de vida. / Necessita-se de pastores - pastores fiéis - que não lisonjeem o povo de Deus, nem o tratem com aspereza, mas o alimentem com o pão da vida. / Pastors are needed -faithful shepherds- who will not flatter God"s people or treat them harshly, but who will feed them with the bread of life.

EL DIOS QUE YO CONOZCO

1.08. El pecado había llegado a ser una ciencia,

y el vicio era consagrado como parte de la religión.

La rebelión había hundido sus raíces en el corazón, y la hostilidad del hombre era muy violenta contra el cielo. Se había demostrado ante el universo que, separada de Dios, la humanidad no puede ser elevada. Un nuevo elemento de vida y poder tiene que ser impartido por Aquel que hizo el mundo.

Con intenso interés, los mundos que no habían caído habían mirado para ver a Jehová levantarse y barrer a los habitantes de la tierra.

Y si Dios hubiese hecho esto, Satanás estaba listo para llevar a cabo su plan de asegurarse la obediencia de los seres celestiales.

Satanás había declarado que los principios del gobierno divino hacen imposible el perdón. Si el mundo hubiera sido destruido, habría sostenido que sus acusaciones eran ciertas. Estaba listo para echar la culpa sobre Dios, y extender su rebelión a los mundos superiores.

Pero en vez de destruir al mundo, Dios envió a su Hijo para salvarlo.

Aunque en todo rincón de la provincia enajenada se notaba corrupción y desafío, se proveyó un modo de rescatarla. En el mismo momento de la crisis, cuando Satanás parecía estar a punto de triunfar, el Hijo de Dios vino como embajador de la gracia divina.

En toda época y en todo momento, el amor de Dios se había manifestado en favor de la especie caída. A pesar de la perversidad de los hombres, hubo siempre indicios de misericordia.

Y llegada la plenitud del tiempo, la Divinidad se glorificó derramando sobre el mundo tal efusión de gracia sanadora, que no se interrumpiría hasta que se cumpliese el plan de salvación.

Satanás se estaba regocijando de que había logrado degradar la imagen de Dios en la humanidad.

Entonces vino Jesús a restaurar en el hombre la imagen de su Hacedor.

Nadie, excepto Cristo, puede amoldar de nuevo el carácter que ha sido arruinado por el pecado.

El vino para expulsar a los demonios que habían dominado la voluntad. Vino para levantarnos del polvo, para rehacer según el modelo divino el carácter que había sido mancillado, para hermosearlo con su propia gloria.

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