Se necesitan pastores / Necessita-se de pastores / Pastors are needed

Se necesitan pastores -pastores fieles- que no halaguen al pueblo de Dios ni lo traten con aspereza, sino que lo alimenten con el pan de vida. / Necessita-se de pastores - pastores fiéis - que não lisonjeem o povo de Deus, nem o tratem com aspereza, mas o alimentem com o pão da vida. / Pastors are needed -faithful shepherds- who will not flatter God"s people or treat them harshly, but who will feed them with the bread of life.

EL DIOS QUE YO CONOZCO

2.02. El brotar de la fe

En la región donde se desarrollaba el ministerio de Cristo, había muchos leprosos a quienes les llegaron nuevas de la obra que él hacía, y vislumbraron un rayo de esperanza.

Pero desde los días del profeta Eliseo, no se había oído nunca que sanara una persona en quien se declarara esa enfermedad. No se atrevían a esperar que Jesús hiciese por ellos lo que por nadie había hecho.

Sin embargo, hubo uno en cuyo corazón empezó a nacer la fe. Pero no sabía cómo llegar a Jesús. Privado como se hallaba de todo trato con sus semejantes, ¿cómo podría presentarse al Sanador?

Y además, se preguntaba si Cristo le sanaría a él. ¿Se rebajaría hasta fijarse en un ser de quien se creía que estaba sufriendo un castigo de Dios? ¿No haría como los fariseos y aun los médicos, es decir, pronunciar una maldición sobre él, y amonestarle a huir de las habitaciones de los hombres?

Reflexionó en todo lo que se le había dicho de Jesús. Ninguno de los que habían pedido su ayuda había sido rechazado. El pobre hombre resolvió encontrar al Salvador.

Aunque no podía penetrar en las ciudades, tal vez llegase a cruzar su senda en algún atajo de los caminos de la montaña, o le hallase mientras enseñaba en las afueras de algún pueblo. Las dificultades eran grandes, pero ésta era su única esperanza.

El leproso fue guiado al Salvador. Jesús estaba enseñando a orillas del lago, y la gente se había congregado en derredor de él.

De pie a lo lejos, el leproso alcanzó a oír algunas palabras de los labios del Salvador. Le vio poner sus manos sobre los enfermos. Vio a los cojos, los ciegos, los paralíticos y los que estaban muriendo de diversas enfermedades, levantarse sanos, alabando a Dios por su liberación.

La fe se fortaleció en su corazón. Se acercó más y más a la muchedumbre. Las restricciones que le eran impuestas, la seguridad de la gente, y el temor con que todos le miraban, todo fue olvidado.

Pensaba tan sólo en la bendita esperanza de la curación.

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