Se necesitan pastores / Necessita-se de pastores / Pastors are needed

Se necesitan pastores -pastores fieles- que no halaguen al pueblo de Dios ni lo traten con aspereza, sino que lo alimenten con el pan de vida. / Necessita-se de pastores - pastores fiéis - que não lisonjeem o povo de Deus, nem o tratem com aspereza, mas o alimentem com o pão da vida. / Pastors are needed -faithful shepherds- who will not flatter God"s people or treat them harshly, but who will feed them with the bread of life.

EL DIOS QUE YO CONOZCO

2.01. "¡Inmundo! ¡Inmundo!"

LA LEPRA era la más temida de todas las enfermedades conocidas en el Oriente. Su carácter incurable y contagioso y sus efectos horribles sobre sus víctimas llenaban a los más valientes de temor.

Entre los judíos, era considerada como castigo por el pecado, y por lo tanto se la llamaba el "azote," "el dedo de Dios."

Profundamente arraigada, imposible de borrar, mortífera, era considerada como un símbolo del pecado.

La ley ritual declaraba inmundo al leproso (Levítico 13 y 14). Como si estuviese ya muerto, era despedido de las habitaciones de los hombres. Cualquier cosa que tocase quedaba inmunda y su aliento contaminaba el aire.

El sospechoso de tener la enfermedad debía presentarse a los sacerdotes, quienes habían de examinarle y decidir su caso. Si le declaraban leproso, era aislado de su familia, separado de la congregación de Israel, y condenado a asociarse únicamente con aquellos que tenían una aflicción similar.

La ley era inflexible en sus requerimientos. Ni aun los reyes y gobernantes estaban exentos. Un monarca atacado por esa terrible enfermedad debía entregar el cetro y huir de la sociedad. Lejos de sus amigos y parentela, el leproso debía llevar la maldición de su enfermedad.

Estaba obligado a publicar su propia calamidad (Levítico 13:45), a rasgar sus vestiduras, y a hacer resonar la alarma para advertir a todos que huyesen de su presencia contaminadora.

El clamor "¡Inmundo! ¡inmundo!" que en tono triste exhalaba el desterrado solitario, era una señal que se oía con temor y aborrecimiento.

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