El pueblo a quien Dios había llamado para ser columna y base de la verdad, había llegado a ser representante de Satanás.
Hacía la obra que Satanás deseaba que hiciese, y seguía una conducta que representaba falsamente el carácter de Dios y como resultado el mundo lo consideraba como un tirano.
Los mismos sacerdotes que servían en el templo habían perdido de vista el significado del servicio que cumplían. Habían dejado de mirar más allá del símbolo, a lo que significaba. Al presentar las ofrendas de los sacrificios, eran como actores de una pieza de teatro.
Los ritos que Dios mismo había ordenado eran trocados en medios de cegar la mente y endurecer el corazón.
Los mismos sacerdotes que servían en el templo habían perdido de vista el significado del servicio que cumplían. Habían dejado de mirar más allá del símbolo, a lo que significaba. Al presentar las ofrendas de los sacrificios, eran como actores de una pieza de teatro.
Los ritos que Dios mismo había ordenado eran trocados en medios de cegar la mente y endurecer el corazón.
Dios no podía hacer ya más nada para el hombre por medio de ellos.
Todo el sistema debía ser desechado.
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