Se necesitan pastores / Necessita-se de pastores / Pastors are needed

Se necesitan pastores -pastores fieles- que no halaguen al pueblo de Dios ni lo traten con aspereza, sino que lo alimenten con el pan de vida. / Necessita-se de pastores - pastores fiéis - que não lisonjeem o povo de Deus, nem o tratem com aspereza, mas o alimentem com o pão da vida. / Pastors are needed -faithful shepherds- who will not flatter God"s people or treat them harshly, but who will feed them with the bread of life.

EL DIOS QUE YO CONOZCO

4.02 - ¿ES LA HISTORIA DE TU VIDA?

"También dijo: Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes. No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente" (Lucas 15: 11-13).

Este hijo menor se había cansado de la sujeción a que estaba sometido en la casa de su padre. Le parecía que se le restringía su libertad. Interpretaba mal el amor y cuidado que le prodigaba su padre, y decidió seguir los dictados de su propia inclinación.

El joven no reconoce ninguna obligación hacia su padre, ni expresa gratitud; no obstante reclama el privilegio de un hijo en la participación de los bienes de su padre. Desea recibir ahora la herencia que le correspondería a la muerte de su padre. Está empeñado en gozar del presente, y no se preocupa de lo futuro.

Habiendo obtenido su patrimonio, fue "a una provincia apartada", lejos de la casa de su padre. Teniendo dinero en abundancia y libertad para hacer lo que le place, se lisonjea de haber logrado el deseo de su corazón. No hay quien le diga: No hagas esto, porque será perjudicial para ti; o: Haz esto porque es recto.

Las malas compañías le ayudan a hundirse cada vez más profundamente en el pecado, y desperdicia "su hacienda viviendo perdidamente".

La Biblia habla de hombres que "profesando ser sabios, se hicieron necios" (Romanos 1: 22) y éste es el caso del joven de la parábola.

Despilfarra la riqueza que egoístamente reclamó de su padre. Malgasta el tesoro de su virilidad. Los preciosos años de vida, la fuerza del intelecto, las brillantes visiones de la juventud, las aspiraciones espirituales, todos son consumidos.

Sobreviene una gran hambre; él comienza a sentir necesidad y se llega a uno de los ciudadanos de aquel país, quien lo envía al campo a apacentar cerdos. Para un judío ésta era la más mezquina y degradante de las ocupaciones.

El joven que se había jactado de su libertad, ahora se encuentra esclavo. Está sometido al peor de los yugos: "retenido... con las cuerdas de su pecado" (Proverbio 5: 22).

El esplendor y el brillo que lo ofuscaron han desaparecido, y siente el peso de su cadena.

Sentado en el suelo de aquella tierra desolada y azotada por el hambre, sin otra compañía que los cerdos, se resigna a saciarse con los desperdicios con que se alimentan las bestias.

No conserva la amistad de ninguno de los alegres compañeros que lo rodeaban en sus días de prosperidad y comían y bebían a costa suya. ¿Dónde está ahora su gozo desenfrenado?

Tranquilizando su conciencia, amodorrando su sensibilidad, se creyó feliz; pero ahora, sin dinero, sufriendo de hambre, con su orgullo humillado, con su naturaleza moral empequeñecida, con su voluntad debilitada e indigna de confianza, con sus mejores sentimientos aparentemente muertos, es el más desventurado de los mortales.

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