Se necesitan pastores / Necessita-se de pastores / Pastors are needed

Se necesitan pastores -pastores fieles- que no halaguen al pueblo de Dios ni lo traten con aspereza, sino que lo alimenten con el pan de vida. / Necessita-se de pastores - pastores fiéis - que não lisonjeem o povo de Deus, nem o tratem com aspereza, mas o alimentem com o pão da vida. / Pastors are needed -faithful shepherds- who will not flatter God"s people or treat them harshly, but who will feed them with the bread of life.

EL DIOS QUE YO CONOZCO

5.04 - ¿Puede una iglesia conducir al error mientras sus miembros pretenden creer en la verdad?

Vez tras vez la Palabra de Dios ha sido maltratada. Los hombres han levantado sus propias tradiciones contra la verdad de Dios. Jesús reconoció este alejamiento de la verdad de Dios y advirtió:

"Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres. Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres: los lavamientos de los jarros y de los vasos de beber; y hacéis otras muchas cosas semejantes. Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición" (Marcos 7: 7-9).

Por lo tanto todas las iglesias, no importa qué tamaño o categoría tengan, necesitan probarse a sí mismas continuamente mediante esa norma dada de verdad, las Sagradas Escrituras. No puede haber excusas aquí si la iglesia ha de permanecer leal a su Señor.

Cuando decimos que Cristo instituyó la iglesia cristiana, no queremos decir que él creó una organización y luego la dejó para ser manejada por pastores, obispos y arzobispos. Cristo siempre es el Señor y donde el Espíritu dirige, la iglesia tiene que ser conducida a la verdad. Cristo jamás negaría las Escrituras: El mismo declaró: "la Escritura no puede ser quebrantada" (Juan 10: 35).

Cristo deja muy en claro que el aceptar y el obedecer su Palabra revelada es una prueba del discipulado:

"Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres" (Juan 8: 31-32).

Siendo así las cosas, los hombres se encontrarán a sí mismos a favor de Dios o en contra de Dios.

El peligro que enfrenta la iglesia es la posibilidad de que ella se aparte de las Escrituras, y así, en consecuencia, engañe a sus propios seguidores. Así los hombres pueden ser conducidos al error, mientras que, al mismo tiempo, pretenden creer en la verdad.

Por esta razón ninguna iglesia puede por propia autoridad declarar que el hombre está "en la verdad" o está "salvado". Solamente Dios puede hacer esto. Solamente la Palabra de Dios puede revelar la verdad y distinguirla del error.

Todo el que profesa ser cristiano es personalmente responsable de hacerse las preguntas que corresponden:

¿Quiero realmente yo conocer la verdad?

¿Planeo seriamente obedecer la verdad revelada en la Palabra de Dios?

Mediante las Sagradas Escrituras Dios ha proporcionado todo lo que se necesita para dirigir a los pecadores hacia la luz. La palabra de verdad es la luz que brilla en las tinieblas de este mundo. Está a disposición de todos los que la leen y la estudian.

"El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios" (Juan 7: 17).

Esta es la responsabilidad del hombre, no importa de qué iglesia sea miembro.

Todo ministro, igualmente, de toda denominación tiene la obligación sagrada de aprender la verdad y de guiar a sus oyentes al camino de la verdad. Sólo cuando los hombres son confrontados así es cuando dicen SÍ o NO a Dios.

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