Se necesitan pastores / Necessita-se de pastores / Pastors are needed

Se necesitan pastores -pastores fieles- que no halaguen al pueblo de Dios ni lo traten con aspereza, sino que lo alimenten con el pan de vida. / Necessita-se de pastores - pastores fiéis - que não lisonjeem o povo de Deus, nem o tratem com aspereza, mas o alimentem com o pão da vida. / Pastors are needed -faithful shepherds- who will not flatter God"s people or treat them harshly, but who will feed them with the bread of life.

EL DIOS QUE YO CONOZCO

6.04 - La cruz: Tragedia y Triunfo - I

La cruz fue una negra tragedia, pero también fue un glorioso triunfo. Fue un símbolo de vergüenza, pero se tornó un emblema de victoria. No perdamos la realidad en mero sentimentalismo.

Jesús fue realista. Enfrentó un mundo hostil porque representaba un reino muy diferente de aquel en que los hombre vivían. Al principio de su ministerio, habló acerca de el hombre tomar su cruz y seguir por el camino de la impopularidad hasta la muerte. En otra ocasión, declaró que la única manera de un hombre entrar en su reino era nacer en él. Sin la muerte y el renacimiento el hombre no podía siquiera ver el reino de Dios.

Pero el hombre no nace de nuevo sin agonía. Antes de la victoria de la vida, primero tiene que haber la tragedia de la muerte. La muerte del yo y del pecado. Y esa muerte debe ser voluntaria. No es de admirar que su mensaje despertara hostilidad, pues interrumpía la corriente del pensamiento secular. Algunas cosas eran verdaderamente "palabras duras". Incluso los discípulos descubrieron eso.

Jesús estableció nuevas formas de evaluación. El verdadero éxito, declaró, no puede ser medido por cuán alto alguien sube en el mundo; pues allí estaba el Creador y Juez de todos nosotros , descendiendo... cada vez más... sí, descendiendo hasta el criminoso. Sabía que su mensaje no era comprendido. Y no se sorprendió cuando notó que él mismo no era popular. Hasta los antiguos vecinos de Nazaret lo ridiculizaban.

Sabía cual sería su fin y lo predijo. Declaró a sus discípulos que sería rechazado por los líderes religiosos de aquellos dias y que ellos también lo abandonarían. Ciertamente eso debe haber sonado de modo extraño a los oídos de hombres que habían dedicado su vida a su causa. Habían dado la espalda a sus negocios y lanzado su suerte con un movimiento impopular. Pero todo lo que Jesús predijo vino a suceder.

Sigamos hasta la escena de la agonía y escuchemos su oración: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lucas 23:34). Y ese era el problema. Ellos no sabían. La turba no sabía. Judas no sabía (aunque debería saberlo). Caifás no sabía (y ciertamente debería saberlo). Pilatos no sabía. Los discípulos no sabían... Nadie sabía. Parecía que una ceguera moral universal prevalecía en aquel dia terrible. Solamente Jesús sabía la significación de lo que estaba sucediendo.

La cruz fue el lugar de un conflicto terrible. Rugía la batalla, pero la victoria fue ganada por la muerte y ahora la cruz se torna el símbolo de la poderosa conquista. En la cruz vemos al Hombre en sus mejores condiciones, y al hombre en sus peores condiciones. Y más, vemos también a Dios enfrentando el problema con un poderoso manifiesto de inagotable amor. Jesús lo expresaba así: "Padre, perdónalos".

Y no fue una o dos veces. El verbo "decir" en el texto griego está en el aoristo imperfecto (que indica una acción continua -constante y perseverante- en el tiempo pasado) significando: "Jesús repetía continuamente: Padre, perdónalos". Durante aquellas terribles horas de agonía e insulto Jesús permaneció orando por perdón para sus enemigos. A través del abismo que lo separaba de sus crucificadores, lanzó un puente de reconciliación. Fue esta la respuesta de Dios a aquel acto terrible.

Jesús podía haber extendido su brazo y tomado de la espada del Omnipotente, lanzando a aquellos perseguidores en la perdición. Con una palabra podía él haber reducido a pedazos a sus crucificadores. En vez de eso, sin embargo, pronunció palabras de perdón. Perdón pleno, gratuito, eterno.

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